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Por: Mayans i Planells, Joan, 2003, "Comunidades Electivas. Notas sobre la virtualización de lo comunitario en tiempos de desterritorialización". Ponencia presentada en el Congreso Bilbao IT4All (Bilbao, Febrero de 2003).. Disponible en el ARCHIVO del Observatorio para la CiberSociedad en http://www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=32
El mundo, dicen, se globaliza, se digitaliza, se individualiza y se corporativiza. Afirmaciones aparentemente contradictorias que, sin embargo, hallan en su combinación ese resultado confuso e inestable que bien podría describir, efectivamente, este mundo nuestro. Al menos esta parte de mundo que más consideramos como nuestro, puesto que todo lo que se diga aquí, al menos en esta charla, resulta difícilmente aplicable más allá del mundo privilegiado, occidental y tecno-capitalista. De hecho, cualquier intención de extender las líneas principales de estas palabras a los países eufemísticamente llamados desfavorecidos sería un ejercicio de cinismo que quiero evitar.
La acelaración, sin embargo, es tan radical que existen razones para considerar que no se trata sólo de un cambio cuantitativo, sino también cualitativo. O como lo expresa Howard Rheingold: "cuando se puede transferir la Biblioteca del Congreso de un lugar a otro en menos de un minuto, la noción misma de lo que significa tener un lugar llamado Biblioteca del Congreso, cambia. En la medida en que se transforma en digital, ese lugar en Washington D.C. se virtualiza" (1994: 79). El lugar, podríamos añadir, se evapora.
Sea como sea, lo que parece claro es que las tecnologías de la información y, especialmente, estas a las que llamamos nuevas tecnologías de la información, son responsables de la creación de un espacio digital que no entiende de distancias físicas ni de territorios fijos y discernibles.
Las tecnologías de la información y, en especial, estas a las que llamamos nuevas generan un tipo de posibilidad de vínculo social, de interacción, que se desarrolla en una dimensión no-territorial, no-euclidiana, no-física.
En el ciberespacio, la idea de distancia física se vuelve supérflua o accesoria, transformándose, como mucho, en el tiempo de espera que la distancia física puede provocar. En el ciberespacio, podríamos afirmar, ya no hay distancias, sino retardo.
En nuestra actualidad política y económica, Internet y el ciberespacio han sido descritos como andamiaje o instrumento mediático de la globalización (Alves, 2001), pero no sólo en un sentido pro-globalizador sino también como arma anti-globalizadora de alcance, paradójicamente, global. Lo cierto es que, como han advertido muchos pensadores, el capital se ha evaporado/digitalizado y se ha vuelto global, lo mismo que la actividad económica que ha pasado a situarse en flujos de movimiento contínuo sin ubicación física alguna.
Por otro lado, también son muchos los pensadores que han destacado que frente a lo Global, lo único que resiste o que permanece es lo Local. Lo Local entendido tanto como lo físicamente próximo y casi inmediato como lo personal e individual. La oposición que establece Castells entre el self y la net, entre el 'yo' y la 'red', refleja perfectamente que los pesos de la balanza se alejan para equilibrarse. Quizá sea esta oposición complementaria entre lo Local y lo Global lo que mejor define el proceso de Globalización en que nos adentramos.
Ante esta situación, las entidades intermedias que quedan comprendidas entre lo Local y lo Global tienen motivos más que evidentes para observar el proceso con inquietud. En cierto modo, esto afecta por igual a provincias, regiones, naciones, estados o cualquier tipo de instancia se sitúe a mitad de camino entre lo físicamente inmediato y lo mundial.
elevada. Entender el impacto social y cultural del ciberespacio significa entender estas características y entenderlas como parte de un todo, que configura lo que es el ciberespacio en realidad, independientemente de los ordenadores, cables, conexiones y demás tecnologías que utilice para existir. Del mismo modo que la televisión actual no es el resultado directo ni el único resultado posible del conjunto de máquinas que hay detrás de ella, el ciberespacio no es, ni mucho menos, una consecuencia inevitable y unívoca de las tecnologías informáticas. En realidad, factores económicos, políticos, históricos y socio-culturales son los que definen el perfil de uso de una tecnología, más allá de lo que la tecnología misma posibilite.
El correo electrónico, los grupos de noticias de Usenet, las listas de distribución, las webs personales, los juegos de rol en línea y un larguísimo etcétera tienen éxito, primera y principalmente, porque sirven a fines sociabilizantes y de entretenimiento. Estamos, pues, ante unas tecnologías, sí, de la información, y de la comunicación, e incluso del conocimiento. Pero también del entretenimiento y del espectáculo. Y este es un aspecto clave que, a menudo, se tiende a olvidar desde esos análisis que se prentenden serios.
Creo, además, que es necesario diferenciar entre una tecnología del entretenimiento como la televisión y otra como Internet. La televisión ha sido y es objecto de múltiples críticas. La descripción de la sociedad del espectáculo de Debord (1995) es un clásico del pensamiento contemporáneo que radiografía acertadísimamente el contexto socio-cultural del que formamos parte. No obstante, Internet, como tecnología, y el ciberespacio, como espacio social, se caracterizan por una serie de rasgos que la distinguen de la televisión. Su potencial interactivo, el hecho de ser un canal de comunicación de muchos a muchos y su accesibilidad la alejan, de un modo significativo, de la tecnología televisiva.
Si es cierto que las comunidades que se sitúan a mitad de camino entre lo Local y lo Global tienen la obligación de repensarse y de reconsiderarse en estos tiempos de cambio, de desterritorialización y de digitalización, el ciberespacio no debe constituir sólo una amenaza para ellas, sino también una posibilidad de evolución y de recreación. Si es cierto que en la sociedad del espectáculo y del entretenimiento, las formas "modernas" de agregación social se han debilitado, el ciberespacio nos ofrece un nuevo modelo de agregación social que puede resultar útil a estas comunidades intermedias.
Las llamadas "comunidades virtuales" son, de hecho, una nueva forma de agregación social, de identidad colectiva, construída, fundamentalmente, a partir del hecho de compartir una determinada concepción y opinión de lo lúdico. Las 'comunidades virtuales' son, en la mayoría de las ocasiones, comunidades lúdicas que tienen más que ver con cómo queremos pasar nuestro tiempo libre que con una dimensión más ontológica y 'dura' de la identidad colectiva. Las 'comunidades virtuales', de hecho, son 'ligeras', flexibles, no-excluyentes, fraccionarias. Electivas, en definitiva. Así pues, y para terminar, la hipótesis que a lo largo de esta charla he querido dejar sobre la mesa es que las regiones, del mismo modo que cualquier otro tipo de comunidad basada en lo territorial, ante el fenómeno de desterritorialización de lo social que estamos viviendo, tienen, entre otras, la posibilidad de aprovechar y aprender del ciberespacio. Es decir, intentar recrear y realimentar esos vínculos sociales duros y territorializados en los que se basaba, a partir de unos nuevos vínculos, ciberespaciales estos, menos transcendentes, más banales, pero igualmente vinculantes y útiles para la construcción o la supervivencia de una identidad colectiva. En definitiva: parecerse o convertirse, un poco, en comunidades electivas.
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