viernes, 7 de mayo de 2010

Redes Ciudadanas y Nuevas Centralidades en la Producción de Conocimiento

Por: Joan Mayans i Planells & Aida Sánchez de Serdio
Este es un breve resumen, el artículo completo lo encuentras en:
Mayans i Planells, Joan & Sánchez de Serdio, Aida, 2003, "Redes Ciudadanas y Nuevas Centralidades en la Producción de Conocimiento". Revista Electrónica NOVEDADES-ICTnet v.2.0, números 135 y 136 (Mayo 2003) [http://www.ictnet.es/novedades]. Disponible en el ARCHIVO del Observatorio para la CiberSociedad en http://www.cibersociedad.net/archivo/articulo.php?art=33

Un tema recurrente a la hora de abordar el fenómeno de las redes ciudadanas es el de las diversas posibilidades de gestión y dirección de las mismas. Las dos posturas más frecuentes al respecto de esto son (a) redes ciudadanas que dependen de las instituciones o administraciones "formales" y (b) redes ciudadanas que dependen directamente y se inscriben dentro de los llamados movimientos sociales y vecinales de base.

Información y conocimiento en la sociedad contemporánea

Estamos acostumbrados a qué diversos discursos institucionales, políticos y mediáticos en general nos sitúen en una llamada Sociedad de la Información o del Conocimiento, de un modo lamentablemente acrítico. Con todo lo que se podría discutir, la pertinencia de ambos términos como periodización totalizadora de una realidad por demás diversa y llena de brechas no sólo digitales (la sociedad de la información, en caso de existir, no significa lo mismo para todos, no sirve igual a todo el mundo y, por supuesto, no es un beneficio universal), parece que podríamos convenir, de momento, que tanto la información como el conocimiento son bienes cada vez más preciados alrededor de los cuales se articulan organizaciones de todo tipo
En lo que respecta al conocimiento, tal vez deberíamos preguntarnos si realmente consiste sólo en dar uso a determinada información a la que hemos tenido acceso de algún modo, o si se trata del resultado de un proceso a la vez más vivencial y político de lo que se suele reconocer. Recuperar la dimensión ideológica del conocimiento es parte fundamental del razonamiento que nos permite relacionarlo no sólo con redes ciudadanas sino con cualquier otro colectivo o institución. Seguir obviando esta dimensión ideológica y posicionadora resulta atribuirle, inevitablemente, una determinada carga ideológica 'oculta' que nos situa dentro de un discurso más o menos positivista dentro del cual el conocimiento es algo semi-mágico que existe "ahí fuera" y que puede almacenarse limpiamente y sin implicación alguna de lo sociopolítico.
Nuevos nodos, nuevos polos alrededor de los cuales se pueden construir redes de creación/gestión/administración de conocimiento. El aprendizaje en el tiempo libre, la posibilidad de aprender entre iguales, la autolegitimación obtenida mediante la implicación directa con la realidad que se quiere conocer, todas son formas de cuestionar la hegemonía académica.

Las redes ciudadanas y el cuestionamiento de la división del trabajo intelectual

El conocimiento es la base de su propia existencia como colectivo y su intercambio su razón de ser: conocerse entre sí, conocer a otros, aprender y transformar la propia realidad. Efectivamente, las redes ciudadanas suelen definirse como una red telemática en la que el acento se pone por un lado en la comunicación, la cooperación, los intercambios, la organización de una comunidad local y, por otro, en el acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a todos los ciudadanos y ciudadanas. Lo que se enfatiza es la posibilidad de facilitar a un colectivo, de límites nunca establecidos rígidamente, los medios para llevar a cabo sus proyectos e intercambiar a información y el conocimiento necesarios para ello.
Las tecnologías de la información, actúan directamente sobre, tres aspectos:
1.La revolución que protagonizan los ordenadores personales no es casual ni es la única forma en que podía materializarse la tecnología informática. La misma tecnología podría, perfectamente, haberse aplicado tan sólo a las fábricas, las élites o los ámbitos puramente laborales. No obstante, se trata de una máquina doméstica, de uso individual, relativamente asequible en cuanto a costo, que intenta presentarse como fácilmente utilizable por cualquiera.
Las interfaces gráficas, los mecanismos de uso y control guiados por criterios metafóricos, asociativos, superficiales, etc., convierten al ordenador personal en un electrodoméstico, lo que resulta muy importante para entender cómo actúan sobre (dentro) de la sociedad.
2.La información es el elemento central y el factor clave para comprender qué hacen y cómo lo hacen estos electrodomésticos-ordenadores. Juegos, aplicaciones, instrumentos de un tipo u otro… todo lo que hay en un ordenador se reduce a un factor común: información. Información personalizada, personalizable y personal.
3.Todo esto, puesto en clave de red, al convertirse en algo que puede ser compartido, experimenta un salto cuántico: estamos ante un tipo de tecnología interconectable e interconectada. Lo que esto significa es que todo lo que tienen de singular los ordenadores como herramientas personales de información estalla al ser puesto sobre el terreno, al convertirse en red. Toda la información que pueda resultar objeto de los procesos de clasificación, creación, recreación, administración y publicación a que nos referíamos antes, al integrarse dentro de un esquema reticular, construye algo sustancialmente nuevo.

Redes y redes: un final para la reflexión

Conviene no dar por sentado que el mero flujo de información es beneficioso en sí mismo, independientemente de la finalidad y la forma del intercambio. Esto es precisamente lo que discursos políticos y mediáticos habituales suelen hacer al anunciar y celebrar los fastos del advenimiento de la Nueva Sociedad del Conocimiento sin advertir -a veces sin siquiera pensar- quiénes son los protagonistas principales de esa Nueva Sociedad a la qué dan la bienvenida.
Creemos que contra esta retórica de la eficacia y de las sinergias mágicas debemos oponer una repolitización consciente de la producción intelectual y una revitalización de la acción ciudadana autónoma. Y para ello las redes son, también, nuestra herramienta más eficaz.

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